Sonó su móvil con el tintineo que lo caracterizaba: era él, pero ella ya no era la misma….
En otras circunstancias habría corrido a responderle con la cara iluminada como un sol de verano, se hubiera puesto a pensar de inmediato en lo que ponerse para sorprenderle (aunque nunca le dijera nada de su vestimenta) y no hubiera parado de saltar por toda la casa y decirle a todo el mundo, que se encontrara de camino a la ducha, con quién iba a salir. Pero eso ya se había acabado.
Etiqueta: Momentos
Ciento ochenta grados – Parte IV
– Lu, sabes que serías incapaz de hacerle daño a una mosca… – justo en ese momento un hombre entró en el cuarto de baño. Parecía ser mayor, quizá de unos treinta, aunque muy bien llevados.
Le acarició la cara y sus penetrantes ojos le desnudaron el alma. Vestía un chandal de lo más elegante (no precisamente de decathlon) y sus zapatillas de deporte eran de una marca muy conocida. Toda su vestimenta combinaba el gris junto al negro casi a la perfección.
Ciento ochenta grados – Parte II
– ¿Si? ¿quién es?… – dice Lucía al descolgar el teléfono.
– ¡Mi amor! ¿Eres tú? Lucía, mi amor, ¿eres tú? ¿eres tú? – brama una voz de hombre completamente desesperada – no me lo puedo creer, no cuelgues por favor… – suplica en apenas un segundo de reloj, con el alma en la boca y la voz repleta de ansiedad.
Ciento ochenta grados
Con la cabeza pesada como un plomo y sin sentir ninguna parte de su cuerpo, despertó entre una oscuridad infinita. Abrió los ojos, despacio y con miedo por no recordar dónde se encontraba ni qué era lo que había sucedido. Para su sorpresa se encontraba tendida en una especie de camastro y un hombre se hallaba sentado frente a ella, estaba mirándola. Tras sentirse observada notó vergüenza y se apresuró en incorporarse pero, al hacerlo, notó que se humedecía su pecho con lágrimas que empezaron a rodarle por las mejillas.
Cuando un amigo se va
Hola hola, querido lector. ¡Alegra esa cara que ya tenemos nuevo post! Lee hasta el final y no te olvides de sonreír. ¡Allá vamos!
La gran mayoría de las veces, tanto tu como yo, nos hacemos ilusiones cuando conocemos a una persona y nos cae bien: comenzamos a hablar y parece que nos entiende en todo, que nos comprende y eso, como no, nos ayuda y nos alegra. Seguidamente comenzamos a hablar con más asiduidad, e incluso llegamos a quedar para conocerle, sin saber que, de esta manera, está entrando en nuestra vida tanto como nosotros en la suya. Hasta ahí bien: continuamos conociéndonos tanto nuestros defectos como nuestras virtudes, aunque los defectos se hacen más de rogar por eso del «miedo a que se vaya y nos quedemos como al principio de estar sin él o ella».
No dejes de soñar
Bienvenido una semana más. En el día de hoy te ofrezco un empacho de emoción, vamos allá. El plan es escuchar la canción mientras lees el post. ¡Espero que te guste! Haz click aquí
Y allí te encuentras, junto a tu familia observando cómo se cubre con una pasta lo que ya jamás volverás a ver. En ese momento los observas a todos, contemplando con sus ojos llorosos lo que jamás quisieron contemplar; pensando desde lo más profundo lo efímera que es la existencia y lo rápido que se les fue de los brazos… esa madre que un día les dió la vida. Justo en ese momento me da por comparar la sensación que se tiene cuando se recibe un beso de alguien a quien admiras, a quien estimas o, incluso, a quien amas. Sentimientos contrapuestos que te remueven los dos, cada uno a su manera, pero te hacen poner los pies en la tierra. En situaciones así nos damos cuenta de que somos terrenales, carnales, efímeros y volubles a emociones, a sucesiones de momentos que se nos presentan constantemente. Sigue leyendo «No dejes de soñar»




