Hola hola, querido lector. ¡Alegra esa cara que ya tenemos nuevo post! Lee hasta el final y no te olvides de sonreír. ¡Allá vamos!
La gran mayoría de las veces, tanto tu como yo, nos hacemos ilusiones cuando conocemos a una persona y nos cae bien: comenzamos a hablar y parece que nos entiende en todo, que nos comprende y eso, como no, nos ayuda y nos alegra. Seguidamente comenzamos a hablar con más asiduidad, e incluso llegamos a quedar para conocerle, sin saber que, de esta manera, está entrando en nuestra vida tanto como nosotros en la suya. Hasta ahí bien: continuamos conociéndonos tanto nuestros defectos como nuestras virtudes, aunque los defectos se hacen más de rogar por eso del «miedo a que se vaya y nos quedemos como al principio de estar sin él o ella».