«Por mucho que lo intentes, no dejaré de quererte».
Etiqueta: te quiero…
¿Dónde estás?

Comencemos con algo de música para ambientar, que hoy el día lo merece.
Volvería a ti
Estar en la cama y girar la mitad del cuerpo buscando el tuyo,
pero no hallarlo…
Girar la vista por fin y continuar la tarea
con una pesadumbre en mi pecho y el alma cargada de emoción contenida,
pues sé que no estarás.
Tu trozo de cama se encuentra frío, sin alma, gélido…
Mientras en mi cabeza resuena eso de: «¿qué tiene él que no tenga yo?». Jamás lo dijiste, pero quizá algún día lo pensaste.
Amo admirarte
¿Por qué discutimos?
Nadie ha hecho nada a la primera
y si lo ha hecho,
no ha estado tan bien como otra
que lo ha hecho errando por el camino,
tropiezo tras tropiezo
aprendiendo en cada caída.
Del verbo «echar de menos»
Hace mucho mucho tiempo te tenía a mi lado.
Sí, hace mucho mucho tiempo te sonreía al cruzar tu mirada con la mía.
También apoyaba mi cabeza sobre tu regazo y te abrazaba, notando el vello que te sobresalía a través de la camisilla blanca de tiros anchos.
A la vez cerraba mis ojos y guardaba ese momento: tu olor, el sonido del televisor invadiendo el espacio del patio, el tacto de tu ropa recién sacada del cajón, tu calor corporal, tu respiración y tu enorme y ancha mano cubriendo toda la superficie de mi hombro y parte de mi brazo.
Creo que en ese momento supe que quería un hombre como tú en mi vida, aunque a quién quería era a ti para siempre jamás.
Declaración fallida
Ella, en un ataque de sinceridad repentino, se había ganado la batalla y le había mostrado todos sus sentimientos encerrados entre líneas, le había propuesto mantener algo más que una amistad esporádica con sexo casual de por medio.
Él se negó.
Pesan los días
Los días ya no solo pasan, sino que también pesan.
No he conseguido hacerle frente a mis miedos sin ti.
Y tú, ¿me quieres?
– No seas tonta, estás loca por él y lo único que haces es desaprovechar el tiempo… – le volvió a repetir, cansada incluso por escucharse tantas veces decir lo mismo.
– Si lo sé, pero pasa de mi… No me quiere porque no me lo demuestra – mencionó en un tono de resignación oculto al borde de las lágrimas.
Hasta el final
Hoy te vi y estabas tan cambiado que se me encogió el corazón. Estabas sentado en el mismo sillón de siempre: tu sillón individual color crema cubierto por una sábana y una toalla en el cabecero. Pero había algo que me decía que nada estaba como siempre.








