
Me he reconciliado con la idea
que no eres para mi.
Es difícil entender
el porqué no podemos estar juntos,
pero si pienso sin poner el corazón en la ecuación
me doy cuenta enseguida que lo nuestro
es de esas cuestiones imposibles de resolver
y que solo un matemático
sabría encontrar la clave.
Eso no quiere decir que haya dejado de extrañarte
o que no recuerde el tacto de mis dedos
abriéndose camino entre tu pelo,
si no que a pesar de sentir que
todo mi interior se derrite al unísono
ante la idea de estar clavada en un abrazo tuyo,
lo nuestro no puede ser
ni podrá ser jamás.
Tengo que sobreponerme a ello
si quiero seguir adelante.
Tengo que entender que eres mi amor perfecto
en la vida equivocada
y que hay cosas que jamás se volverán a dar
ni a aproximarse
a lo que un día sucedió entre ambos.
A pesar de preguntarme mil y una veces
el porqué,
tengo que dejarte ir.
Antes de soltarte
déjame decirte que todavía hoy te quiero
y que si seguimos cruzándonos y te sonrío más con los ojos que con los labios
es porque intento incesantemente olvidarme de ti,
que habrá días en los que solo piense en ti dos veces
pero otros días me lluevan un millón de veces tus recuerdos en mi cabeza.
Todas esas versiones seré yo,
viéndote desde lejos
y sonriendo como si nada me pasase,
así que solo te pediré que no vuelvas más.
Solo espero recuperarme de ésta y que sea la última vez,
porque pasar por esto una y otra vez es insufrible.
Desde mi órbita,
feliz vida, amor.