
Como dice Kany:
«Si vieras todo lo que yo en ti veo,
comprenderías, vida mía, por qué espero.»
Qué tristeza me amarga e inunda
cuando compruebo que no sabes
hasta dónde puedes llegar
para hacerle frente a esas sombras
que hoy te invaden.
Mis ojos no son nada subjetivos,
créeme,
simplemente esbozo una leve sonrisa
mientras entorno la mirada
al contemplarte
porque me imagino lo mucho que podrías
llegar a ser
si eso quisieras.
Me voy callando por mera supervivencia,
para que no me odies más de lo que mencionas
por haber desenmascarado tus miedos,
tus penas y pesares.
Aún así,
eso aluniza despacio todo mi interior,
así como el pensar que no te pienso en cada día de mi vida
porque llegó el día en el que inundaste
cada espacio de mi existencia,
de mi ser
(tanto interno como externo)
hasta extenuarme de tanto pensarte
y me hiciste alcanzar la locura
dejando de lado la poca cordura que me quedaba.
He de reconocer que aún hoy
me muero de ganas de verte
pero aún me muero mucho más cuando te encuentro.
Una vez me dijiste que no te quisiera,
que no eras bueno para mi
y que yo me merecía a alguien mejor a mi lado,
cuando resulta que en ese momento
a quien único quería tener a mi lado
era a la única persona que me heriría
y lo haría de por vida.