Asterisco

El examor y no el amigo.

Cuánto cuesta definir cómo me siento ahora mismo.

Momento en el que las manos me vuelven a oler a ti
pero no por haberte hecho mío como en veces pretéritas,
si no por haber compartido contigo
el tiempo que siempre debimos dedicarnos.

He podido darme cuenta de cuánto he cambiado
porque incluso no soy la misma que la última vez que nos vimos,
quizá por ello no me he lanzado a tus brazos
nada más verte entrar por esa puerta.
Aunque no dudo que me hubiera gustado
y que quizá no fuera el día más feliz de mi vida,
pero sí uno de los más gratos que he pasado contigo
por el mero hecho de volverte a ver aparecer por el umbral de mi puerta
con menos de un día de diferencia.

Me dolió,
pero no me morí como pensaba.

A pesar de haberte escuchado pedirme que me cubriera,
como si ya no hubieras visto lo suficiente…

Pero continúo intentando ocultar lo que pienso
y haciéndole frente a mis sentimientos
para que se repriman tanto como puedan,
haciéndoles ver que a veces es mejor vivir del recuerdo
porque no es sano, preciso, necesario,
volver a pasar por lo mismo.

Aunque es curioso descubrir cómo todavía atraes a mi cuerpo
contra el tuyo
como si la gravedad fuese un simple invento de Isaac.
Después de tanto tiempo sigo sonriendo como una estúpida
al observarte tan cerca,
e incluso pongo la misma cara cuando recuerdo ese momento.

Pero sé que ya no puede ser,
porque evidentemente ni siquiera somos ya los mismos
y quizá lo mejor sea quedar para tomar un café y hablar,
pero después cada uno se vaya a su casa.

A pesar de todo ello,
aún busco la persona con la que pueda desnudar tanto mi alma
como contigo,
porque eso es algo que el tiempo
tampoco ha sido capaz de borrar.

Y aunque vuelvas a levantar mi falda
y yo te aparte la mano para que no lo hagas,
y aunque te mire de cerca
y no continúe hasta acercarme lo suficiente para que no quede espacio entre los dos,
y aunque no sea capaz de llenarme tanto
con nadie en este mundo como contigo…

Todo eso no quiere decir que no tenga ganas
de arrancarme el corazón
por no ser capaz de resignarse
a que ya no podremos volver a ser.

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