Existe la ligera sospecha que pueda tenerte ya dentro de mi.

Una sensación de miedo mezclado con ternura se apoderan de mi,
con una pincelada de ilusión que me da terror sentir,
por el mero hecho que puede que no sea verdad
y que mis sueños desde que tengo uso de razón
se puedan ver truncados
por ser un juguete del tiempo en este mundo.

Pero imagino la posibilidad de acariciarme la barriga
y que puedas estar dentro,
ver cómo creces con el paso de los meses
y que pueda llegar a sentir tu vida dentro de la mía,
siendo la artífice principal de tu crecimiento,
como si ese pudiera ser el superpoder más inmenso
que pudiera llegar a darme la madre naturaleza.

Hay procesos largos, otros más dulces
y otros más costosos,
pero desde hoy ya no me cabe la más mínima duda
que este sería el más placenteramente inmenso
que pueda llegar a experimentar jamás.

Ni siquiera me estoy imaginando el momento en el que
por fin pudiéramos cruzar nuestras miradas
por primera vez y para siempre,
porque estoy absolutamente segura
que fueras como fueras,
nos quedaríamos atrapados o atrapadas en los otros ojos.

Estas líneas solo expresan un deseo y un anhelo
demasiado prematuro para ponerle nombre,
pero que no deja de ser una posible realidad
que me ensordece los sentidos
y me llena el corazón
cada día en el que mi regla se retrasa.

Siento haberte querido traer a este mundo,
pero te prometo que te haré la vida
lo más feliz que sea capaz de hacerte sentir
con cada latido de mi corazón,
hasta que él mismo decida darse un respiro.

Espero poder seguir hablando contigo y,
quién sabe si algún día,
pueda leerte estas líneas que hoy escribo.
Ojalá así sea.