El calor de tus manos

Cuando todo en la vida parece ir sobre ruedas,
cuando intentas superarte cada día
y tus proyectos son cada día más ambiciosos e ilusionantes,
cuando tienes el amor de las personas que te rodean,
y todo en la vida parece sonreírte…
pero le recuerdas.

Cuando estás en la cama un domingo por la mañana
sin obligaciones ni horarios,
sonríes por poder despertar y ver a través de tus ojos,
con la libertad y la serenidad
de saber que quizá estés en uno de los momentos
más serenos y placenteros de tu vida
en todos los aspectos,
recuerdas el tacto de su dedo índice acariciando tu cuello.

Cuando tienes todo lo que necesitas
e incluso más de lo que algún día pensaste,
y no me estoy refiriendo a lo material,
pero comienza a crearse un agujero en tu interior
que no hace más que gritar su nombre.
Eso reverbera y empiezas a escucharle en la calle,
en boca de personas a las que quieres,
sin ser conscientes que para ti no es una persona cualquiera
que lleva curiosamente su nombre,
si no que para ti es él.

Todo gira a tu alrededor
y no soporto como pueden existir personas
que sean capaces de llevar tu fragancia
sin ser tú,
porque eso solo consigue ponerme en alerta
cuando es en vano,
porque no estás cerca de mi aunque me huela a ti.

Extraño cada letra que rozaba tu boca al ser verbalizada,
cada milímetro de tu piel teniendo contacto con la mía,
cada parte de tu interior expresada y verbalizada.

Te extraño tanto…

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