El reencuentro

¡Hola a todos, navegantes de este sueño! Primero que nada desear feliz día de la mujer a todas las mujeres que me siguen. Sin ustedes nada sería posible. Y bueno, como cada semana, ya dispuesta a entregarles un nuevo relato. Espero que les guste, allá vamos.

«… mientras caminaba cabizbajo sin rumbo aparente su pensamiento estaba cubierto por una espesa niebla, esa que le ocultaba las extrañas razones de la última despedida. Desde ese instante las horas transcurrían en silencio, un frío silencio que, con susurros, le repetía una y otra vez su nombre.

Era imposible entender cuándo surgió esa distancia, porque los dos eran cómplices de tantos sentimientos. Juraron mil veces que nunca iban a separar sus vidas mientras que, con enamorados besos y apasionadas miradas, firmaban el compromiso de no perderse el uno al otro jamás.

Pero, de la noche a la mañana, todo se desvaneció… Las promesas ardieron y se convirtieron en cenizas. Las noches de ambos aún conservaban ese desagradable aroma a melancolía, con la única compañía de esa fiel almohada que acogía cada una de las lágrimas que su corazón desprendía. A cada instante surgía una ligera esperanza de recibir esa ansiada llamada, ese mensaje que contuviera su nombre y la palabra que a todos nos cuesta pronunciar. «Perdón», era lo único que necesitaba para convertir ese infierno en una hermosa primavera.

Sin conocer la procedencia, un intenso sentimiento recorrió su interior. Un deseo de tenerla a su lado, de volver a observar su hermosa mirada, de sentir nuevamente el fuego de su piel. Poco importaba ya la culpa, la venganza o el traidor orgullo que le impedía caminar. Nada importa cuando de verdad sientes marchar al amor de tu vida. Cogió sus llaves, abrigó sus hombros con el recuerdo de su sonrisa, levantó la mirada y comenzó a correr.

Llovía fuertemente, pero no era obstáculo para recuperar su felicidad. Ya sólo quedaban dos calles para llegar al edén, situado en esos brazos que tantas noches fueron el cobijo de sus sueños. Llegó a su destino y, en silencio, observó esa inmóvil puerta que lo separaba de su princesa. Con sigilo se acercó, secó su frente y sintió frío por todo su cuerpo, además de un ardiente e incansable deseo de amar en su interior. Su tembloroso dedo consiguió pulsar el timbre y sólo pudo dedicarse a esperar. El paso más importante ya estaba dado.

Escuchó unos zapatos golpear la escalera de madera. Era ella, la conocía muy bien y esa era su forma de caminar. Inconfundible. La escuchó acercarse a la puerta y, en ese instante, surgió un miedo atroz a perderla definitivamente. Lentamente sintió que la puerta dejaba de ser esa gran muralla y, casi sin tiempo para reaccionar, pudo volver a verla. Su alma se encogió al notar su triste rostro, inundado de lágrimas y de dolor. Tragó saliva y sin poder dejar de temblar se abalanzó para besarla. Ambos suspiraron de placer, de satisfacción, volvieron a sentir la perdida ilusión por vivir. Se detuvo el tiempo y la lluvia dejó de escucharse. Solamente existían dos corazones que latían como nunca lo habían hecho.
Estuvieron al borde del abismo, haciendo trucos de equilibrista para no caer al vacío. Desde entonces juraron no volver a separarse jamás. De hecho jamás lograron separarse porque, desde ese beso, aprendieron que no hay fuerza más hermosa que el amor

Beso_bajo_la_lluvia

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