Ésta opresión en el pecho
que quiere salir
lleva tu nombre.

Éstas ganas de comerme el mundo
desde mi rincón de la cama,
solo puede significar que estás cerca.

Éstos pensamientos de querer salir,
crecer,
romper barreras,
cambiar mi mundo
y darle un vuelco a mi vida,
lo has propiciado
con tu cercanía.

Éstas sensaciones de no querer huir
pero sí de liberarme,
de escapar de donde me siento atrapada,
coartada,
solitaria sin motivo,
acompañada falsamente,
solo son debidas
a que has dado luz
a las partes que más sombra tenían
y desde hacía mucho más tiempo
del que me gustaría reconocer.

Te amo
por lo que también has despertado en mi,
a pesar de esta ansiedad que hoy me embarga,
pero por encima de todas las cosas,
te amo por ser.

No hay manera más bonita de ser que la tuya,
porque solo por el hecho de existir
ya has llenado el mundo de un espacio que estaba vacío
porque no esperaba a otra persona que a ti.

Extrapolándolo a mi mundo,
sin duda estoy segura que el exterior que nos rodea
es mucho mejor porque tú habitas en él.

La manera en la que parpadeas
como si el reloj no estuviese corriendo en ese momento,
la detención planetaria que provocas al sonreír
y tu manera de tocar y acariciar,
solo es propio de alguien que no sabe
y ni siquiera se imagina,
lo necesaria que es su existencia,
como si siendo ajeno a todo ello
fuera capaz de crear lo increíble
de la manera más auténtica, única y bonita que existe.

Y todas éstas
y otras cosas que me guardo,
son las que siento cuando te tengo a un centímetro de mi
y me dices «bésame».