
Hay momentos en los que el amor te sorprende
y te lleva a darte cuenta que existen tantos cambios
en uno mismo,
que consiguen que el amor tal y como lo conoces
sea capaz de cambiar.
Es decir…
llegado el momento en el que extrañas tanto a alguien,
puedes llegar a ponderar las situaciones que se generan alrededor
y que te llevan a pensar que quizá lo mejor no es estar juntos,
por mucho que le quieras y le extrañes,
si no que prefieres que estén separados.
Puede sonar extraño e incluso contradictorio,
pero hay veces en las que extrañar no es querer estar a su lado
y también existen veces en las que querer
no significa querer poseerle de manera sexual.
Existen tantos tipos de amor,
que me parece un absurdo demostrarle a una persona
todo tu amor y devoción
por medio de un simple acto como es el sexo.
No lo cosifico si lo repudio,
pero me parece algo tan limitado
y corto de miras,
que se me queda demasiado pequeño
para considerarlo una demostración de amor.
Es cierto que bien puede complementar
y ayudar a expresar todas las sensaciones y emociones
que llevamos por dentro,
pero me parece tan insignificante,
con la cantidad de gestos y momentos que expresan más
y que se pueden compartir
llegando a una profundidad más absoluta que ninguna otra.
Quizá tenga una información subjetiva
y bastante sesgada de la realidad,
pero el AMOR en sí me parece de las emociones más grandes
y maravillosas que existen,
como para que solo vaya a parar a un momento acotado en el tiempo.
Cuando alcanzas la vida adulta,
muchas veces por falta de tiempo,
recaes en únicamente expresar tu amor llevando a la otra persona a la cama
y el fin de todo es acostarse,
y seré rara, pero a mi se me quedan tantas cosas por el camino
que me duele banalizar así el significado de ese sentimiento.
Por ende he descubierto
que si compartiera una cama contigo,
casi que lo último que haría sería tener sexo juntos,
porque existen tantísimos momentos en los que podríamos ser tu y yo
sin necesidad de poner etiquetas ni hacer lo socialmente aceptado
que me resulta simple el mero hecho de recaer ahí.
Contigo quiero cantar a pleno pulmón nuestra canción favorita
y dedicarte el estribillo susurrándote al oído,
sujetar tu mano cuando nadie nos vea
como un secreto que no quiero que los demás sepan,
sostener tu cara entre mis manos mientras te miro frente a frente
y decirte con la mirada lo que con la boca no puedo,
abrazarte cuando estemos pasando por algo turbio
cualquiera de los dos,
sujetarte antes que te caigas
y recordarte el porqué estás ahí y porqué debes seguir caminando,
subirte a mi espalda cuando las piernas te flaqueen
y enseñarte todo lo que sé,
dejando que seas libre de escoger lo que quieras.
Hacerte tu comida preferida
y poner cara de que también es la mía,
de ser feliz al verte sonreír
y de contabilizar los besos que te daré
cuando te vuelva a ver.
De odiar la distancia entre nosotros
pero permitir y aceptar la libertad que nos distancia y nos nutre,
de construir un hogar juntos
que comience en el interior de cada uno
y termine uniéndonos en fuerza para ser mejores.
No tienes porqué estar vestido cuando todo eso pase
y tampoco tienes porqué estar desnudo,
al final la ropa es una convención social,
lo único que me gustaría es entregarme entera a ti
y que tú lo hicieras si eso es lo que más deseas.
No tener expectativas
ni volcar mis deseos y anhelos en ti,
porque no eres un saco que tengo que llenar,
si no alguien a quien elijo para compartir mi vida entera.
Porque quiero que sepas por encima de todo que te quiero,
que te amo
y que la vida sería en blanco y negro sin ti.