Lo pillé mirándome como un niño mira a las estrellas,
como si fuera la primera vez que veía algo hermoso de verdad
y a partir de ese momento no dejo de buscarlo con la mirada,
donde quiera que estemos.
Llevaba tanto tiempo esperando alguien que me diera,
que sumara y multiplicara
que me había conformado con personas
que a veces sumaban algo
por el mero hecho de variar.
¡Qué has hecho conmigo!
Dónde ha quedado mi racionalidad,
mi falta de pasión e ilusión,
mi procrastinación eterna.
En qué me has convertido.
Lo cierto es que ya nada me da miedo
porque a tu lado cualquier cosa es un juego
y lo realmente serio
parece un juego serio,
pero al final da la sensación de que todo va bien
porque realmente es así.
Ojalá este reloj no se detenga nunca
y tú jamás dejes de mirarme.