Siempre estarás a tiempo de ser la persona que te gustaría tener al lado.
La crisis económica no es más que un desencadenante de una crisis emocional que se acumula a la puerta de tu vida.
Que tengas un mal día o una mala época, no significa que tengas obligatoriamente, una mala vida. Hay muchas personas que no pueden vivir ni siquiera con la mitad de beneficios con los que nosotros nos despertamos cada mañana. Hay personas que no pueden ver a sus hijos, otros que no pueden caminar, otros que no pueden escuchar la lluvia y, así, infinidad de personas que, a pesar de todo eso, se pueden sentir bendecidos y felices.
El problema no reside en lo que te falta, sino en que no valoras lo que tienes.
Es cierto que te puede sonar absurdo si te falta trabajo o una casa, pero aún en ese momento, te estarás olvidando de la cantidad de cosas maravillosas que sigues teniendo. Enuméralas.
Quizá tengas aún así un lugar donde dormir, una familia que te quiere y te apoya, unos amigos que te ayudan y siempre están ahí, alguien que te pueda abrazar o darte aliento en momentos complicados; quizá puedas salir a la calle y disfrutar en libertad, observar el horizonte, un atardecer, oler el mar, sentir en la piel como el sol te calienta… esa serie de cosas que nunca valoramos pero que sí lamentaremos cuando desaparezcan. Algunas se irán por no haberlas valorado lo suficiente, aunque suene paradójico.
Olvidemos la toxicidad pues es más fácil estar feliz que triste, más fácil estar agradecido que enfadado con el mundo constantemente.
No permitas que un problema económico se convierta en un pozo oscuro del que no puedas salir.
Sé agradecido, sonríe, camina seguro de ti mismo, comparte, alégrate por los demás y olvídate de comportarte como la persona a la que no querrías tener a tu lado.
Pero, sobre todo recuerda, para ser feliz no hace falta el dinero. ¿O a ti sí?