
Todo se resumía a: All in.
Y tras una mirada ya lo supimos,
ya nos dijimos todo lo que teníamos que decirnos
y compartimos justamente lo que el otro tenía que saber.
Quisiera estar en tu mente en este momento
para saber cómo haces para odiarme,
para saber desde cuándo no me quieres,
para comprender cómo pasó todo en tu cabeza
y lo que significó todo para ti.
No logro superarlo.
Quizá algún día lo comprenda todo,
ojalá sí.
Es cierto eso que la vida te cruza de nuevo a esa persona
cuando es el momento de decirle que no,
cuando ya no es el momento idóneo.
Cuando quieres pero ya no puede ser,
ni siquiera existe esa posibilidad.
Ojalá dejar de sentir cuánto te necesito en mi vida,
ojalá dejar de pensar que no puedo estar ni un día más sin ti,
ojalá dejar de acordarme de ti a cada paso que doy
cuando camino sola por la calle por la sensación que tengo
que en alguno de esos pasos
quizá te encuentre.
Cuando te echo mucho de menos
y ya no puedo soportarlo,
me pongo la misma camiseta que tenía
cuando nos encontramos.
Quizá sea una manera de invocarte en silencio,
hasta que el destino me haga el capricho
y pueda volver a clavarme en tus pupilas…
o en tus pupilas a través de los cristales de esas gafas tan bonitas que tienes.
Aún recuerdo cómo estrenamos los relojes,
aún recuerdo el tacto de tu dedo rozando mi cuello,
aún lo recuerdo todo.
No puedo seguir,
no puedo parar.