El talento se educa en la calma y el carácter en la tempestad.

Nos ha tocado vivir una época fría,
en la que un abrazo ya no cotiza en bolsa,
los besos cada día escasean más en el mercado
y del amor verdadero ya ni hablemos…
La banalidad nos ha atrapado
y ha vapuleado nuestra vida,
haciéndonos entender que todo se da por hecho
porque para qué perder el tiempo
en decir cosas que se sobreentienden,
para qué desgastarnos en reconocer que no es un amigo si no una pareja desde la primera vez que te hizo estremecer,
para qué decirle que le queremos, si tiene que saberlo,
para qué abrazar a nuestra madre, si mañana seguirá ahí,
para qué agradecer, si esa persona ya sabe que nos gusta lo que hace…
En la era digital
en la que un like vale más que un beso,
un RT más que un abrazo
y una foto en IG más que un te quiero,
nos ha tocado confinarnos de manera obligatoria.
En la era de la economía mundial y global
en la que un abogado vale más que un cajero de supermercado,
un banquero más que un celador,
un político más que un auxiliar de vuelo
y un presidente más que un camionero,
la vida nos ha demostrado que DE ESO NADA.
Porque ya pasaba con la película del efecto mariposa…
todo nos afecta a todos.
Y ahora es más que evidente que lo que pasa en oriente,
también afecta a occidente y viceversa.
Porque nadie es más que nadie,
porque demostrar lo que sentimos es vivir con sentido,
porque alegrarnos por el bien ajeno es salud,
porque querernos y reír compartiendo
es el mayor regalo que la vida nos puede dar.
Lejos del móvil de última generación,
de la prenda de última moda
o el juego más divertido y actual,
nos hemos dado cuenta que lo más importante
lo tenemos a nuestro lado.
Y tú, ¿qué harás cuando este hacinamiento acabe?