Me encantas

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Aunque lo dudes,
me encantas.

Me encanta tu forma de sonreír
y las marcas que se te hacen en los bordes de la boca.
La manera en la que me acaricias sin buscarlo demasiado,
o como me rehuyes por miedo a un «algo más» prematuro.
Esa manera tan tuya de mirarme sin mirarme,
para que no desnude ninguna sensación recién nacida.
La forma en la que observas todo y,
en modo contemplativo, te pasarías las horas.
Adoro que el tiempo vuele a tu lado,
mientras te atrapo en mis ojos.

Te beso y te me desdibujas entre los dedos,
como si eso cada vez me demostrase más
que eres el fruto de este momento que estoy viviendo.
Tu olor, tu cama, tu frío que palia mi calor
y la lubricación de cebada que acaricia nuestras gargantas,
para preparar tus labios al siguiente beso que te de.
Esa ilusión con la que te miro,
cargada en deseos que cumplir contigo…
y otros en tu cuerpo.

Perdóname si a veces no puedo evitar abrazarte,
comerte con la mirada
y esconder sonrisas en tu boca,
pero me vuelve loca esta incertidumbre tan nuestra
de gustarnos más de lo que alcanzamos a explicar.

Cómo dormir a tu lado mientras tú ya descansas
si me es imposible no rozarme contigo,
no incordiar tu sueño y respirar tu pelo,
acariciar hasta los límites más prohibidos.
Regalarte el placer de la carne
para acrecentar mi sonrisa con cada gemido que sale de tu boca,
de tu piel
y de las caricias de tus manos que reposan en el final de mi espalda.

Quisiera clavar con mis ojos un anzuelo en el fondo de tu mirada
y quedarme ahí para siempre, como si nada más existiese.

Me encanta la infinidad de apodos que infructíferamente me asignas,
pues dices que me parezco a esto y a lo otro,
sin reconocer que te provoco una ternura que ni tú mismo sabrías definir.
Y esas canciones melosas que antes tanto odiaba y evitaba
que ahora se han convertido en la banda sonora
de una época que no sabemos cuánto durará.
Los partidos que a veces jugamos, entre enfados y restricciones,
porque odias que salga algo de mi boca
que no sea bonito,
supongo que es porque es así como me miras siempre:
bonito. Muy bonito.

Te acaricio y te suelto,
no quiero poseerte,
ni que seas mío
ni yo tuya.
Solo deja que te contemple,
como a eso que anhelamos con todas nuestras fuerzas
pero no nos atrevemos a conseguir por si se rompe.

Pero no,
ojalá no te rompas nunca.
Ojalá nosotros nunca,
pero tú y yo siempre.

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