Muchos pensarán que es un es un ataque de ego, mientras otros lo dirán pero si lo cuento es porque lo creo y porque así es cómo lo siento: no quepo en este mundo.
«Eres una mujer tan completa que no mereces que ningún hombre te quiera a medias.»
Lo lamento si a alguien le molesta, pero es así, no quepo en este mundo, soy demasiado grande como para estar compartiendo calle con las personas, incluso para estar compartiendo una misma mesa con alguien de comensal al frente. No es que me crea mejor que nadie, los tiros no van por ahí, sino que creo que nadie me merece nunca lo suficiente y, si alguna vez he encontrado a una persona que sea capaz de merecerme, acabo por dejar de merecerle yo.
A lo que me refiero es a que no creo que quiera estar con nadie sentado a mi lado que no esté cuando le necesite, a pesar de yo haber estado en las duras y en las maduras. Tampoco quiero amores de un rato, amores de una tarde o una noche, ni mucho menos hablar de amores a través de una pantalla ni amores de: «ojalá pudiera abrazarte ahora», porque puedes si estás vivo, algo que no podría decir mucha gente a la que, aún hoy, quiero.
Tampoco hay algo de lo que no estoy muy segura, esta vez no me juego la cabeza al 100%, no vaya a ser que la pierda… no creo merecer el amor que acepto. Es decir, desde siempre he aceptado el amor que los otros me han ofrecido e, incluso, me han donado como limosna y es algo que no creo merecer porque, si una persona es capaz de dar 50, yo quiero ese 50, no tengo porqué agradecer que me de un 25, 30 o 35 porque yo merezco ese 50.
Con cada paso que doy cada día, intento ayudar a los demás (en la medida de mis posibilidades a veces, otras me extralimito sin pudor), facilitarles su tarea en la tierra como seres humanos y como hermanos e iguales que somos todos y cada uno de nosotros, pero no todo el mundo piensa igual.. Y, por no pensar todo el mundo igual, me quedo sin lo que me corresponde, sin el amor que es mío y alguien se está llevando.
A día de hoy puedo decir con la cabeza bien alta que personas así han salido de mi vida, personas que no me daban el 50 que yo creía merecer y que me curraba a cada jornada, como si de un trabajo se tratase. Lo hice porque, después de muchos días trabajando duro para obtener el amor que creía merecer, siempre acababa pidiendo limosna para rescatar algo de ese 50 y, finalmente, me di cuenta que nunca llegaría y que, a pesar de trabajar para que aumentase el nivel, estaba disminuyendo considerablemente día tras día. Es por eso que alejo a esas personas de mi lado, sin mirar cuál sea su procedencia: escuela, universidad, familia… (aunque a veces duela y mucho).
Si a mi me enseñaron de pequeña que todo cuesta, que debemos trabajar duro para conseguir las cosas, el amor no va a ser mucho menos. Es por ello que debes ofrecérselo a la(s) persona(s) que lo merece(n) porque es algo que sale desde lo más profundo de una persona y no encuentra materialización, ni siquiera en una rosa, una caja de bombones o un hijo de dos personas porque el amor va más allá de todo lo que estemos acostumbrados a ver.
No es mi problema que el mundo se haya deshumanizado, se haya olvidado de lo que es el amor porque, sin duda, yo sé lo que merezco y sé que si este mundo no es capaz de darme lo que merezco, decidiré no caber ni un segundo más.
Ni un segundo más.