La guerra interior

Las guerras nunca avisan, pero llegan

Resultó ser que mi mayor evasión era el trabajo
y mi mejor diversión, tu compañía.
Que no soportaba mi vida
y por eso no pasaba demasiado tiempo en casa.
Que la relación con mi familia
se había ido resquebrajando lentamente
y yo tras ella.
Que no tenía amigos,
pero eso no me importaba cuando trabajaba,
pues allí parecía tener muchos.
Que nada en mi vida era agradable y divertido,
ni siquiera servía para demasiadas cosas,
pero cuando volaba era de las mejores
y por eso me gustaba tanto.
Donde más cómoda me he sentido en el último año
ha sido dentro de la cabina de un avión
y entre fogones,
porque ahí es dónde verdaderamente me siento yo,
pero nada más lejos de la realidad…
verdaderamente estar ahí me hace sentirme segura
porque me evade del resto de responsabilidades,
porque el estar a cientos de pies de altura
y escondida tras el sonido de una turbina
o el extractor de una campana,
consiguen que me salve del mundo exterior.
Porque nadie te juzga cuando vas con un uniforme
y menos aún te juzgan los productos que, con mimo, cocinas.

Le he dado la espalda a mis problemas,
a mi deseo de querer evadirme de lo amargo de la vida
entre copas de vino o cerveza, aunque ya no tanto entre comida,
en mi falta de destreza por las relaciones personales
con mi encaprichamiento (y quién sabe si enamoramiento)
por lo imposible,
en mis ganas de huir de todo
con ganas de viajar o de independizarme…
y he acabado por confundirme.

Lo único que hago es huir todo el tiempo,
desde que comencé a comprar pasajes para ir de una isla a otra
cada fin de semana
y desde la primera vez que me subí a un avión.

Por eso echo tanto de menos sentirme en casa,
que me abracen y sea casa,
llegar a un sitio y no poder olerlo
porque eso querrá decir que lo siento como mi hogar,
mi refugio,
mi escondite,
mi «casa».
Echo de menos el poder confiar ciegamente en alguien,
el querer contarle algo y que sepa qué decirme y qué callar
para que no me sienta juzgada, traicionada
y un sinfín de adjetivos
que me han hecho sentir hasta el día de hoy.

Echo de menos estar conmigo
pero más aún echo de menos estar bien,
que no me mientan las personas que quiero,
que no me utilicen las personas que quiero,
que no me hieran las personas que quiero…
No querer a las personas que me hacen todo eso,
sean quienes sean.

Quiero tomar distancia,
recuperarme,
ser más yo,
mi yo de verdad,
mi esencia renovada
y la mejor versión de la verdadera Cris,
y no la fachada que he creado para creerme que soy feliz
cuando esto no tiene nada que ver con ser feliz.

Ojalá tú pudieras formar parte de esta realidad,
porque tengo la sensación de que cuando todo esto termine,
sentiré lo que se debe sentir
cuando se pasa una guerra
y miras a tu alrededor a ver lo que ha quedado
y lo que ha muerto en ella.
Y de todo eso,
solo espero que lo más importante no muera,
y en este caso me refiero a mi.

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