La vida se encargó de sentarnos frente a frente,
de proponernos querernos
y, como dos tontos inconscientes,
nosotros accedimos.
Quién nos iba a decir
que podríamos amar a una persona
de la manera en la que se ama
en las películas.
Quién nos iba a ratificar a nosotros
que jamás volveríamos a separarnos
sin que no nos doliesen los ojos.
A kilómetros o a centímetros,
pero nuestro amor permanecería
y trascendería mas allá
de las fronteras naturales o humanas.
Reconozco que a veces me pregunto
por qué yo
y por qué tú,
por qué ha existido un nosotros
que sea tan eterno como la misma historia
de los tiempos.
La respuesta es fácil:
teníamos que querernos
y tenías que darte cuenta
que se te podía querer
hasta el límite de la sonrisa.
Hay que ver lo mucho que se te puede querer
y, sobre todo,
lo mucho que se te puede amar.
Porque, no nos engañemos,
amar y querer
jamás serán lo mismo.

Genial!
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