¿Quién es?
¿Quién me llama?
¿Eres tú?
Sí, eres tú.
Tú y esa boca que me seduce.
Deja de mirarme así,
deja de hacerlo o tendré que tirarte al suelo
y comerte a besos,
sin importar quién nos mire.
En realidad no me estás llamando,
es mi mente la que me aturde,
la que me pide a gritos que me abalance sobre ti
y te haga sentirte querido,
pero no me lo pongas tan fácil…
no hoy
no ahora
que me muero de ganas por atravesarte con mi boca
y hacerte sentir en otra dimensión.
Mis manos convertidas en tus manos,
tus ojos llenos de mis ojos,
tu boca revolcándose con la mía
y mi cuerpo sin poder rozarte.
Permíteme que me acerque y te diga algo al oído:
«deseo cumplir la mitad de mis fantasías que me provocas».
Como no saques ese cuerpo de mi vista,
me veré en la obligación de robarte la piel
y convertirme en esclava de tus gustos,
tu boca
y tus pasiones.
Deja de llamarme,
deja de mirarme,
deja de provocarme.
Lo siento…
Supongo que sólo quería decir que
te apuesto un beso a que beso mejor que tú.