Esta noche he mirado al cielo, 
encogiendo mis hombros
por el prematuro frío de otoño
cuando he descubierto lo afortunada que soy.

Me siento así por poder observar
todo lo que tengo a mi alrededor,
que no es otra cosa que
lo que poseo
y lo que puedo llegar a adquirir,
aunque también puedo observar
lo que jamás podré tener.

Es ese punto de insatisfacción
y desasosiego
lo que me anima a continuar
con la lucha de cada día.

Por otro lado
soy afortunada porque puedo sentir,
ya sea amar,
emocionarme
e incluso,
no querer algo.

Eso me hace libre
pues tengo poder de elección,
las riendas de mi vida en mis manos
y en las de nadie más.

Entonces vuelvo,
sostengo mis pies en el suelo,
miro hacia un lado sonriendo
y comprendo el motivo
por el que me encuentro aquí,
tú.