Mi capitán

Sofía

Aquí me hallo, sentada a tu vera, ya sea a tu lado o a los pies de tu cama pero contigo. Ese sentimiento de congoja me acompaña aunque la paz llena la habitación, una paz un tanto extraña pero reconfortante a la vez, algo que hace prever que el desenlace no será tan doloroso pues tienes a mucha gente que te quiere y te lo dice cada día.

Lo que me hace feliz es que abras los ojos y me veas aquí, acompañándote en tu final. No soy capaz de estar en otro lado que no sea en este, acariciando tu mano y observando cada poro de tu piel, cada poro que ha sufrido el dolor y el sufrimiento de esta ardua enfermedad. Hemos luchado años, superando momentos más duros y otros más tranquilos pero todos juntos.

Aún recuerdo la primera vez que te lo detectaron, ninguno nos creíamos lo que pasaba, no nos hacíamos a la idea y nos torturaba la simple idea de que estuvieras tan enfermo como para que nos tuviéramos que acostumbrar a verte morir. Tras el dolor llego la espera acompañada de un cierto punto de resignación pero absoluto espíritu de lucha. No nos rendimos y tú fuiste el primero en darnos el ánimo que necesitabas más fervientemente. Con paso débil pero firme conseguiste sorprendernos y salir de ello. Tenías fuerza de sobra y el coraje te mantenía a nuestro lado, con los pies en la tierra día tras día. No mucho tiempo después volvimos a recibir la triste noticia de que algo no iba bien, pero unidos le hicimos frente como en aquella vez primera: tú lo hiciste por nosotros y todos lo hicimos por ti, por tu sonrisa incesante y tus chistes.

Por causas del destino hemos vuelto a luchar, la vida nos ha puesto de nuevo en este camino y, contra todo pronóstico, tú sigues luchando cómo si le dijeras a esa maldita enfermedad: «aún no me he rendido, aún queda Salvador para rato». La experiencia nos ha fortalecido pero, lo que más nos ha ayudado has sido tú mismo: tus ganas, tu mirada, tu sonrisa, tus gestos… Cada ápice que te caracteriza nos llena y nos fortalece incluso más de lo que muchos podemos. Contigo somos fuertes, sin ti somos vacío, contigo somos familia, sin ti nos falta el pilar, contigo somos alegría, sin ti somos la simple sombra de lo que éramos.

No nos dejes, no te vayas, permanece a nuestro lado, abue, aún te necesitamos y aún tenemos mucho para darte.

Hasta el final y el final aún no ha llegado porque siempre estarás a nuestro lado.

«Soltad amarras, el capitán está listo para zarpar».

 

5 comentarios sobre “Mi capitán

  1. No hay palabras que consuelen la pérdida, solo queda el saber que este donde este siempre estara cerca de vosotros, en vuestros corazones.Un beso muy grande y mucho ánimo.

    Me gusta

    1. Tienes razón y lo más bonito de todo es que cuando dejemos de sufrir empezaremos a sentir y, solo de esa manera, tendremos la certeza de que se encuentra a nuestro lado.
      Muchas gracias por el apoyo, Zeben. Un beso enorme para ti también.

      Me gusta

Deja un comentario